Convertirte en padre es una experiencia que nos cambia desde adentro y nos hace más fuertes .
Si hubo poco, pensaste que eras una persona frágil y no confiabas en ella, tener un hijo que despierta en ti fuerzas insospechadas y dedicas un amor incondicional a este pequeño ser.
Tus hijos son tu debilidad, pero en realidad sientes un amor sincero e incomparable porque nada te trae tanta alegría como ellos, y nada te motiva tanto en tu vida diaria como compartir tiempo con ellos.
Eres su pilar, su castillo de ternura, su mundo de emociones y la mano que les enseña el mundo.
A menudo se dice que mientras no tengamos nuestros propios hijos, no sabemos lo que le debemos a nuestros padres, incluso si Por supuesto, no todas las infancias son felices.
Entonces, debes saber que todos los niños merecen lo mismo autoestima.
Hoy, en este artículo, te invitamos a pensar en esto.
Hasta hace poco, fueron su propio apoyo. Los días de tristeza eran momentos en los que podía darse el lujo de retirarse del mundo para reflexionar, meditar y tomar decisiones.
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Hoy, tan pronto como se conviertan en padres, se darán cuenta de que deben superar las tristezas lo más pronto posible para dar lo mejor de ustedes, para ser más fuertes que nunca y actuar como ese pilar que Apoya todo y se enfrenta a todo.
Habrá días en que todo no funcionará bien, donde nuestra relación emocional no será tan feliz como de costumbre. Lo sabemos ...
Sin embargo, para ellos y para su tranquilidad, siempre darán lo mejor de sí mismos .
Les mostrarán que, a pesar de los caprichos de la vida y los días grises y atormentado, todos podemos abrir un paraguas y seguir sonriendo.
Ser fuerte significa ser valiente y no rendirse. Si tus hijos te ven con energía, pensarán que el mundo es un lugar fantástico.
Madre y padre son la primera "etapa" social, y el primer "mundo", el que los acompañará, donde Déjenlos ser.
Hay amores que duran para siempre, que son eternos y que nunca se pueden romper como, por ejemplo, l amor por un niño
Si es obvio que en cierto momento pueden aparecer desilusiones, el vínculo que se construye con un niño a menudo es imperecedero.
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Los niños crecen todos los días, pero también crecemos con ellos . Son nuestra fragilidad porque son nuestro corazón fuera del cuerpo y el aliento de nuestras esperanzas.
Incluso si no puedes prometerles que estarás con ellos por el resto de sus vidas, puedes decirles eso, sí, siempre los amarás.
Un espíritu agradecido es un espíritu descansado
Un espíritu que puede agradecer todo lo que se ha vivido, sentido y lo que ha sucedido durante su vida es un espíritu que se deja equilibrar y relajada. Cada uno de nosotros tiene una historia exclusiva y muy especial. Sin embargo, hay ocasiones en que nos dejamos llevar por una especie de caos personal en el que dejamos de lado nuestras prioridades hasta que olvidemos esta paz.
Dejar ir no es confesar la derrota, sino aceptar lo que no puede ser
Irse es el proceso más natural en la vida, pero también es el más complejo y el más doloroso. Romper una relación, perder un ser querido, cambiar hábitos, trabajo, lugar de residencia ... Todas estas son renuncias que vamos a vivir en algún momento de nuestro ciclo de vida. No existe una fórmula mágica que nos permita manejar mejor estas situaciones marcadas por el desapego y el dolor emocional que, si no se maneja bien, a veces puede convertirse en depresión.